Obligado

Parece que en esta vida todo es cuestión de proponerse algo para cumplirlo. Yo no lo creo así, pero si es verdad que hay que encauzar el camino por el que queremos seguir avanzando, y aunque cueste al final puede que merezca la pena. Lo digo porque desde que decidí que mi vida tenía que cambiar y dejar de estar todo el día llorando por los rincones, ha mejorado mi humor y mi estado de ánimo, y es que muchas veces lo había decidido pero nunca lo había puesto en práctica realmente, y la verdad es que cuesta, y mucho, pero hay veces que no hay más remedio que pasar página y empezar otra en blanco, o simplemente cerrar ese libro que tanto te gusta pero que ya se ha terminado, y volver otra vez a leer sería repetir una y otra vez la misma historia sin sacar nada nuevo que aportar. El corazón hay que ventilarlo de vez en cuando y dejar de que se airee, aunque él se resista a cambiar de aires.

El mío se resiste a diario, pero le obligo, le obligo aunque me duele como una puñalada cada vez que se resiste y se cierra en banda a no abandonar su fijación obsesiva por el que tenemos que olvidar, olvidar sin olvidar, porque nunca será posible aplicar esta palabra al haber una unión tan fuerte entre nosotros que nunca podrá romperse y que yo tampoco quiero romper. Es un olvido de algo que no debió pasar y que en el futuro debe quedarse como una simple anécdota de un corazón que quiso amar sin medida, pero que no pudo lograr este objetivo porque le obligaron a abandonarlo en contra de su voluntad.