¿ Cuantas veces suena al día la palabra amigos? Todos la pronunciamos gran cantidad de veces, amigos para esto, amigos para lo otro, mis amigos, tus amigos, nuestros amigos.... ¿Qué serían de nuestras vidas sin los amigos? esa familia escogida libre y deliberadamente que tanto bien nos hace y tantas alegrías nos proporciona. Sin embargo es una palabra que abarca un enorme abanico de matices que demasiadas veces utilizamos a la ligera, porque si nos ceñimos a su significado literal quizás limitaríamos bastante su uso. Una amistad es tan fuerte y duradera como nosotros queramos que sea, aunque como en toda relación, depende de dos personas, y para que esto funcione las dos han de poner de su parte, pero todo con un buen uso.
La amistad es delicada, quebradiza, y hay que cuidarla porque tardará un minuto en romperse.
Pero ¿hay límites para la amistad? ¿hay ciertas barreras? ¿en qué momento se pude llegar a abusar de esa relación amistosa? El abuso o aprovechamiento dependerá de lo que cada uno esté dispuesto a dar. Hay amistades interesadas, amistades incondicionales, platónicas, ocasionales, pasajeras, pero todas, en algún momento, han tenido algo en común: la confianza, hermosa palabra cuyo significado es uno de los mayores tesoros que podemos encontrar en las personas. La confianza en los demás nos da seguridad, tranquilidad, paz, calma, aunque lo más importante es tener confianza en uno mismo, bendito privilegio.
La unión de una verdadera amistad es inquebrantable. Seamos amigos, abramos nuestros brazos para acoger a todo aquel que desee estar cerca de nosotros, aunque sólo algunos nos toquen el corazón, porque la amistad blanca, sin intereses y sin intenciones dura para siempre.