miércoles, 20 de octubre de 2010

Un paseo por las calles de la memoria

A las 22.00 en el sitio de siempre. Habíamos quedado para picar algo y después irnos a tomar unas copas. Yo como siempre llegué tarde a la cita, y como conducía yo pues los que venían conmigo en el coche también llegaron tarde. Me echaste la bronca, como de costumbre, pero con tu sonrisa incansable. Ahora tocaba decidir a donde íbamos a cenar, a un turco se dijo, y allí nos fuimos. Eramos muchos pero nos hablilitaron una salita para nosotros. El kebab estaba buenisimo, es el mejor sitio donde los hacen. Tu como siempre te sentaste a mi lado, o yo al tuyo, como lo queramos ver. Lo pasamos bien, nos reímos, hablamos largo rato entre nosotros sin darnos cuenta de que en la mesa nos acompañaba más gente, yo por lo menos no noté su presencia, solamente escuchaba tu voz, me perdía en tus ojos, me entusiasmaba con tu sonrisa. Después de cenar nos fuimos a tomar unas copas. Mucho ruido, mucha gente, un poco de agobio...; pero estuvo bien, nos volvimos a reír. Cuando se sale con amigos siempre se pasa bien, y mucho mejor cuando tu estás ahí, que siempre lo estás.
Llegó la hora de irnos, unos cuantos ya lo habían hecho, y por el camino concretamos la cita para otro día. Llegamos a mi coche y tu tenías que continuar hasta el tuyo que estaba un poco más lejos. Nos despedimos con un apretón de manos, una eterna mirada y una agradable sonrisa. Te ibas, y cuando estaba montándome en el coche me llamaste y acudí a tu llamada.
- Esta semana te llamaré un día para concretar lo del viernes, vale? me dijiste, y yo encantado te dije que cuando quisieras. Medió la impresión de que no querías marcharte, yo tampoco quería, y alargamos la conversación con palabras banales hasta que dije:
-me voy porque me están esperando en el coche (maldita sea!)
-Ok! me dijiste, y me volviste a dar la mano, pero esta vez de manera distinta a la anterior, y empezaste a dar marcha atrás a la vez que nuestras manos se deslizaban hacia lados opuestos sin querer desprenderse, sin querer alejarse. Mientras, tus ojos invadían los míos y tus labios hacían una mueca de medio sonrisa. Todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo se encontraban en mi mano, sintiendo así tu energía. La sangre se me heló y mi corazón dejo de latir. Al fin, nuestros dedos corazón fueron los últimos en tocarse rompiendo así al unión física entre nosotros. Tu seguiste andando marcha atrás y mirándome a los ojos mientras me quedaba petrificado son poder respirar, sin poder moverme. Te diste la vuelta y te vi alejarte en la oscuridad. Y entonces empecé a respirar de nuevo a la vez que los latidos de mi corazón retumbaban por toda la ciudad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estas hablando del mismo de siempre???? es decir, el dueño de todas las palabras que has dicho??? ahhh, me confundes, pero si es asi, se ve luz al final del camino...

un-angel dijo...

ahhh, que bonito el momento de las manos separándose mientras os alejais...Si fue tal como lo contaste y no te engañó la mirada enamorada, que a veces nos traiciona, yo también veo luz ahí, sí...
Un abrazo, guapo.

Vivo con Hades a tiempo parcial dijo...

Manos que juegan a ser labios nuevos

Mar del Norte dijo...

Un relato maravilloso, unos momentos únicos, un amor irrepetible...
Animo y suerte
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